¿Qué es el transgeneracional? Heredamos información emocional, ¿lo sabías?
En sentido amplio, se podría definir como la herencia que recibimos de generaciones pasadas. Más concretamente, se refiere a un legado que se manifiesta por medio de emociones, creencias, conductas o hábitos… sintomáticos.
¿Sabías que puede afectarte lo que han vivido tus ancestros más remotos, a los que ni siquiera has conocido? Sorprendente, ¿verdad? Pues es así. De hecho, contamos con decenas de experimentos que lo demuestran.
La memoria de nuestros antepasados
Las vivencias de nuestros antepasados determinan nuestras propias circunstancias y respuestas biológicas. Por eso, es importante conocer su historia. «¿Su historia?» —te habrás preguntado—. ¡Pero si ni siquiera has visto un retrato de ellos!
Te lo explicaré: el método transgeneracional se sirve de un mecanismo infalible para rastrear el pasado. ¿Cuál? El inconsciente familiar, ya que ahí radican la clave y el origen de lo que se produce en nosotros actualmente. De hecho, esa memoria ancestral puede aflorar incluso varias generaciones después, igual que los rasgos físicos (como los ojos azules de un pariente lejano, que de todos sus descendientes solo «reaparecen» en un tataranieto).
¿A qué te viene a la mente algún caso? Lo que quizás no te has planteado es el porqué de esos rebrotes aparentemente aleatorios en el árbol genealógico. ¿Capricho de la naturaleza? No. Adaptación, supervivencia y evolución. Porque quien no se adapta muere, y el inconsciente biológico está para impedir que eso ocurra. Su función consiste en conservar información que nos permita sobrevivir, adaptarnos y evolucionar.
En este sentido, me gusta destacar la fascinante peripecia genética de los elefantes africanos, que para asegurar la continuidad de su especie nacen sin colmillos.
Sí, has leído perfectamente.
Asediados por la caza furtiva, de la que fueron víctimas miles de paquidermos, los más jóvenes no han llegado a desarrollar el codiciado marfil que haría tambalear su propia existencia, pero ¿cómo se han enterado de lo que ocurría? Transmisión de información del inconsciente biológico de generación en generación para la supervivencia y la evolución…
El afán de proteger (y protegerse) paradójicamente puede estar provocando un problema. ¿La causa? Que el inconsciente es atemporal, de manera que aplica a una situación de hoy la misma solución que se adoptó, para otra similar, hace ochenta años o siglo y medio. No entiende que las circunstancias han cambiado y que, por tanto, tal vez la medida adoptada por entonces no funcione para los tiempos, necesidades o deseos actuales.
En otras palabras: aquello que en su día sirvió para garantizar la supervivencia, en el presente se ha convertido en un trastorno. La medicina lo trata desde una perspectiva patológica, con procedimientos de carácter clínico. La terapia transgeneracional, en cambio, interpreta el trastorno como la solución del organismo frente a una amenaza, y se adentra en la memoria inconsciente, del individuo, familiar o del colectivo, a fin de localizar su procedencia.
El inconsciente emocional en ejemplos
Por fortuna, el índice de mortalidad infantil ha ido descendiendo progresivamente. Antes, no era extraño que una mujer pasara por once partos, cinco abortos o la muerte de tres pequeños al poco de nacer. Y tampoco era infrecuente que, al dar a luz, ella misma falleciera, o su bebé, o ambos…
Resultaba tan habitual, que se habla de ello con una naturalidad capaz de banalizar vivencias en extremo dramáticas: «Mi bisabuela era la menor de trece hermanos, aunque solo recuerda a seis o siete; los demás murieron». Escalofriante, ¿no crees? Sobre todo, el tono neutro con que suena, similar al de una conversación de ascensor… Sea como fuere, el sufrimiento emocional no solo no desaparece sino que se hereda, y el inconsciente biológico responde con la solución que anula ese dolor: frente al riesgo de perder un hijo y sufrir, mejor evitar el embarazo.
En consecuencia, un (supuesto) problema de infertilidad puede tratarse en realidad de la medida cautelar que adopta el organismo ante el peligro de la muerte, que guarda en su memoria. Porque es menos doloroso no quedarse embarazada que perder la vida, la propia o la de la prole.
Asimismo, síntomas como las relaciones sexuales dolorosas, el vaginismo o la anorgasmia suelen ser la reacción a un pasado de abusos. De modo que tales síntomas constituyen la respuesta biológica actual a un trauma fuertemente grabado en generaciones anteriores, y ese es el verdadero problema, sobre el que hay que actuar.
Incluso alteraciones relacionadas con la alimentación (como la extrema delgadez, la obesidad o la necesidad compulsiva de comer) o de carácter digestivo pueden encontrar su origen en el hambre y las penurias que padecieron nuestros antepasados.