El Curso no pretende crear adeptos ni seguidores. Aunque tiene una terminología cristiana, ésta está más allá de ser una religión. Tanto la teoría como las lecciones son una guía para el autoconocimiento. La base del Curso te orienta a través de conceptos e ideas que apoyan la práctica de las lecciones. Por lo tanto no es una enseñanza teórica, sino práctica.
De ese modo deshacemos el viejo sistema de pensamiento del ego basado en la culpabilidad, sacrificio, miedo y autocondenación y sentimos la conexión con nuestra verdadera fuente: el Amor y la Paz de Dios. A partir del estudio y práctica podemos tener una mayor consciencia al cuestionar el concepto del yo ilusorio frente al verdadero Ser. La identificación errónea de quien creemos ser es la que nos hace sufrir y la que mantiene la percepción e interpretación distorsionada del mundo que vemos y de nosotros mismos.
Si defiendes la imagen de quién crees ser, te habrás identificado con algo que tiene miedo a ser cuestionado. Si lo que crees que eres puede ser cuestionado ¿es entonces esa imagen tu verdadero Ser o es una idea de ti mismo en la cual te identificas creyendo ser ella?
El Curso cuestiona la culpa como eje central del ego. Esta se oculta en nuestro inconsciente. Cuando nos sentimos amenazados por el juicio que otros nos hacen, nos defendemos proyectando la culpa hacia el exterior. Queriendo que el otro se sienta más culpable. Así nos convencemos de que “nos evadimos de ella queriendo ocultarla en el inconsciente del otro”.
El ego cree poder quedar libre de la culpa que proyecta por la creencia en la separación. La separación es una idea descabellada fabricada por el ego. Por tanto percibimos a través de una mirada fragmentada en vez tener una visión de Unidad. De ahí su necesidad por querer proyectar culpabilidad basándose en la separación. El ego declara y afirma: yo no soy culpable y tú sí.
El concepto de perdón que apunta el Curso es que no hay nada que perdonar. El que no haya nada que perdonar implica que lo que creía que el mundo o alguien me habían hecho, ocurrió en la distorsión de mi percepción y en función de las expectativas proyectadas que yo tenía en un determinado momento de alguien o del mundo. Darse cuenta de esto conlleva la responsabilidad que lo que percibimos va en función de nuestra interpretación de los hechos.
Por lo tanto, el perdón deshace la proyección de culpabilidad al cuestionar mi percepción de que alguien me ha hecho algo. Percepción que se había retroalimentado con la identificación de víctima, victimario o salvador.
Al perdonar aflora la inocencia del otro y la mía, esa inocencia que ya estaba ahí como parte natural de todos nosotros. Este acto de perdón es la llave que abre la puerta al verdadero Amor y Paz la cual ya somos, sin tener que ir a buscarla a ninguna parte fuera de nosotros mismos ni en ningún tiempo (pasado y futuro).
Esta es una de las premisas fundamentales en las que el Curso se apoya para hacernos comprender que vivimos en un mundo de ilusiones, las cuales interpretamos por mediación de nuestras percepciones sensoriales: la vista, el oído, las sensaciones físicas, el olfato y el gusto (V.A.K.O.G.). A través de estos filtros, llevamos dichas interpretaciones a nuestra estructura profunda. Es ahí donde distorsionamos la “realidad” que percibimos.