Queremos tener razón y ese parece ser el deseo más profundo en cualquier discusión, todos queremos tener razón, pero ¿Tenemos corazón?.
Cuantas veces hemos querido “ganar“ con nuestros argumentos y desde nuestro punto de vista y el resultado de ese “ganar“ hemos perdido amistades, relaciones de pareja, hermanos y hermanas, compañeros de trabajo, sólo por tener razón.
Entonces nuestra razón estaba teñida de mezquindad, de desolación. Ganas con tu razón y el otro se aleja de ti, ahora tu compañía y relación es con la “victoria“ sobre el otro, le cortaste su “cabeza“ (su razón) y el trofeo de la razón queda ocupando el lugar de la relación pero sin corazón/amor.