Manuel Ulldemolins
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EL PERDÓN, LA LLAVE QUE DESHACE EL KARMA

23 septiembre, 2018admin

 

El perdón es el recurso por el cual salimos de la rueda del karma, si entendemos que el karma solo es nuestra propia idea proyectada, sea buen o mal karma, entenderemos que todo aquello que no hayamos perdonado en nosotros mismos y en lo que pensamos o sentimos de los demás estaremos obligados a volverlo a vivir para discernir qué es eso que no hemos resuelto en nuestra relación kármica con otras personas. Tanto aquello que considero me han hecho, como aquello que considere les he hecho a otros.

La raíz de no perdonarnos en cuanto a víctimas, victimarios y salvadores es nuestra propia condenación.

Esperar a que otros nos pidan perdón por lo que nos han hecho, nos posiciona en una actitud pasiva, esperando a recibir un perdón externo, esto nos posiciona en el victimismo haciendo que proyectemos tácitamente culpabilidad por el supuesto daño que nos han infringido, por lo tanto implícitamente hemos creado un victimario. La rueda del karma te aprisiona, no por lo que te hacen, sino más bien por no perdonar lo que pensaste te han hecho.

Si defiendes la imagen de quién crees ser, te habrás identificado con algo que tiene miedo a ser cuestionado. Si lo que crees que eres puede ser cuestionado ¿es entonces esa imagen tu verdadero Ser o  es una idea de ti mismo/a en la cual te identificas creyendo ser ella?

Si consideras que una persona te ha hecho daño y no  lo perdonas, entonces quedas atrapado en la rueda kármica, ya que te sientes víctima de él proyectándole culpabilidad. Si por lo contrario tú como victimario te sientes culpable por pensar que eres el hacedor del sufrimiento de otros al no cumplir con lo que se exige en esa relación, inconscientemente te estás introyectando culpabilidad a ti mismo/a. Si se es consciente de este juego de proyecciones de culpabilidad y se consigue ver el entramado psicológico, podrás llegar a  perdonarte a ti mismo/a y es entonces cuando sales de la rueda kármica.

 

PREGUNTAS FRECUENTES

  • ¿Cuánto tiempo se necesita para salir de la rueda kármica de una situación concreta? No se necesita ningún tiempo, una vez que se comprende que no hay victimario, ni víctima, ni salvador y tampoco proyección de culpabilidad, entonces es cuando te perdonas y perdonas automáticamente. Es en ese preciso momento queda deshecho el tiempo psicológico en tu mente, saliendo de la rueda kármica ya que para el amor que ha comprendido que no existe la culpa y tampoco hacedor de mi sufrimiento, también se deshace el tiempo psicológico en la mente. Esto es difícil de comprender a primeras, ya que está muy extendida la creencia que para perdonar se necesita tiempo. En última instancia no se necesita tiempo, en el mundo de la forma el cual está ligado a la dualidad, si se necesita el tiempo y el espacio.

 

  • Las enseñanzas metafísicas dicen que el tiempo es ilusorio, que es una fabricación de nuestra mente, también dicen que en el estado de amor no existe el tiempo y el espacio y que el amor es un estado del Ser el cual no tiene dimensión. Es verdad que habrá momentos en los que ciertos comportamientos o hechos no se entiendan de inmediato, teniendo que revivir ciertas experiencias para poder entender aquello que por ahora no se comprende. Por tanto el tiempo lineal de pasado, presente y futuro como lo entendemos será necesario para volver a  experimentar ciertas situaciones y volver a perdonar ciertas partes que no han sido resueltas, de ese modo se deshace el karma, no a través del tiempo, sino a través del verdadero perdón. Uno toma conciencia de la causa, siendo esta la creencia que no soy el hacedor del sufrimiento de nadie y no hay hacedores de mi sufrimiento, cuando esto se comprende profundamente automáticamente desaparece la culpabilidad como efecto y quedo libre de los arquetipos que anteriormente mencionaba, víctima, victimario y salvador.

 

  • ¿Se debe hacer algún servicio social o familiar para salir de la rueda kármica? Ninguno. Sería como decir debo sacrificarme por el mal que he hecho, y eso es autocastigo y autocondenación, por lo tanto serias tu mismo tu propio victimario pidiéndote a ti mismo pagar indulgencias. Las indulgencias es un concepto de la teología cristiana católica estrechamente ligado a los conceptos de pecado, penitencia, remisión y purgatorio. Aun así, vamos a suponer que posteriormente a una situación la cual “he perjudicado” inconscientemente a alguien he entendido el verdadero perdón y me perdono por el agravio cometido, automáticamente quedo libre de la rueda kármica de mí como victimario. Esto no quiere decir que quedo exento de las normas sociales y jurídicas. Perdonar no me sitúa en una actitud de libertinaje exenta de responsabilidad por mis decisiones o acciones inconscientes, aunque interiormente me sienta libre por haberme perdonado. Si por lo contrario mantengo cierta sensación de malestar porque alguien me agravio y me siento víctima de él, estoy creando igualmente un karma en relación a esa persona, si yo no perdono a mi victimario sigo atrapado en la rueda kármica por no perdonarme a mí como víctima excluyendo la responsabilidad en dicha situacion. Tenemos que entender algo fundamental y es que el karma no tiene moral, solo entiende de frecuencias o vibración a nivel de identificación. Si perdonas estás en la frecuencia del amor, si no perdonas estás en la frecuencia del miedo, da igual que te sientas identificado en una posición de víctima o de victimario. El karma entiende de tu frecuencia vibracional/emocional/mental y repetirá las mismas situaciones una y otra vez hasta que decidas perdonar. En ese mismo momento sales de la rueda kármica y quedas libre de tu identificación ya sea de víctima o victimario o salvador.

 

  • ¿Puedes sentirte en paz cuando no perdonas? No podemos sentirnos en paz con nosotros mismos si no nos perdonamos como víctimas, victimarios o salvadores en nuestras relaciones personales. La falta de perdón es revivir en nuestra mente una situación que ya pasó sosteniéndola en el presente la cual la juzgamos, manteniéndola viva en nuestra interior como un acto de venganza, creyendo que nuestro dolor podrá ser transferido al agresor por mantener esa historia en nuestro mente, como por arte de magia o telepatía. La falta de perdón es un acto de impotencia y debilidad en el que te sientes que si dejas de pensar en tu dolor es como si perdieses una parte de ti, y es todo lo contrario, cuando perdonas te liberas del dolor y la paz y el amor emerge en ti.

 

  • Tengo dolores físicos, me siento mal conmigo mismo porque no puedo aceptarlo, tengo la sensación de que el odio, la rabia y el no haber amado a mis padres por no haberme dado lo que yo esperaba de ellos me haya creado ciertas enfermedades físicas. He probado todo tipo de meditaciones para encontrar la paz interior. Que me podrías decir al respecto. Quiero que observes por un momento donde estás poniendo tu atención. En tu exposición se encuentra la raíz misma de tu sufrimiento. No te estás dando cuenta que la oposición a tu sufrimiento emocional y físico es lo que perpetúa ese mismo sufrimiento. Quieres deshacerte del sufrimiento y ese mismo intento y deseo es el que crea más sufrimiento y el que genera que no puedas aceptarlo. Detrás de todo ello hay una creencia inconsciente que anuncia “el sufrimiento es malo” o “no debería de sufrir”, esa misma negación y oposición es la causa. ¿Puedes olvidarte por un instante a querer aceptar el sufrimiento? ¿puedes observar que cuando te propongo que te olvides el aceptar el sufrimiento aparece una resistencia interna a no querer soltarlo? La resistencia interna a soltar la idea de que debes de aceptar el sufrimiento es la raíz misma de sufrimiento diciendo “debería de aceptar el sufrimiento emocional y físico”, ¿puedes olvidarte de que deberías de hacer algo para no sufrir?. Date cuenta que esa misma idea no deja espacio en tu interior para que esta experiencia de sufrimiento ocurra y esta retroalimentándose a si misma. Tu mente se ha aferrado a ese pensamiento con el intento de salvarse del sufrimiento y eso mismo obstaculiza la liberación del mismo.

 

  • El perdón no es para con el otro, es para con uno/a mismo/a. El perdón no es nada más que reconocer de forma honesta que en algún momento consciente o inconscientemente proyecte ciertas expectativas de cómo tenían que ser ciertas circunstancias y situaciones o cómo deberían haberse comportado ciertas personas, al no cumplirse dichas proyecciones sentí frustración, rabia, enfado o ira,  y al no poder sostener dentro de mi tal sensación negativa por mi falta de perdón hacia mí mismo al haber pensado de ese modo,  decidí proyectar culpabilidad hacia otros para que se hagan responsables de mi dolor.

 

Mi experiencia de perdón con mi padre:

Recuerdo que desde la adolescencia hasta los 24 años odiaba muchísimo a mi padre porque quería que él fuese de una determinada manera, mis pensamientos y emociones acerca de él eran de rabia, frustración e impotencia porque él no se comportaba como el padre que yo deseaba. Durante esos años mi relación con él estuvo llena de discusiones, enfados y una fuerte sensación de rechazo la cual le proyectaba. Él, por su parte se sentía desplazado y excluido por mí, ya que en algunas ocasiones me lo hacía saber con su malestar y algunos reproches. En esos momentos me afianzaba mucho más en mi identidad de víctima viéndolo a él como mi propio victimario por no ser el padre que yo desde mi arrogancia consideraba debía de ser, además  de no recibir una atención, amor y un cariño la cual yo quería que fuese de una determinada forma. Quería un padre a la carta. Al estar ensimismado en mi identidad de víctima hacía que nublara mi falta de amor y perdón hacia él, sin darme cuenta que esa era la causa de los muchos conflictos los cuales se materializaban en nuestra relación, además esto generaba desavenencias en el ambiente familiar y creaba ciertos bandos entre mi madre, mi padre, mis hermanos y yo. Vivía un ambiente hostil lleno de exigencias por mi parte.

Al cumplir los 27 años empecé a cuestionar muchas de las cosas las cuales me habían dicho y yo había  creído de cómo era la vida, haciéndome preguntas vitales y existenciales y encontrando muchas respuestas. Ahí empezó un verdadero cambio en la forma de cómo me relacionaba conmigo mismo y con el resto de personas. Comprendí, que el amor era una cosa totalmente diferente de lo que me habían dicho y entendí que no podía estar esperando que los demás me diesen aquello que, o bien no tenían, o si tenían, pero decidían no dármelo. Cuando entendí de forma directa lo que era el verdadero perdón y el amor, entonces cambió radicalmente la forma de percibir a mi padre y a mi mismo y en vez de esperar de él a que fuese el padre que yo deseaba, lo acepte y lo ame tal cual era.

Entendí el verdadero poder del perdón, el cual me hizo comprender que si deshacía las expectativas de cómo debería ser mi padre, lo que quedaba, era el amor hacia quien estaba detrás de la idea de cómo quería que fuese mi padre. En ese momento empecé a ver su Ser, más allá de mis ideas y expectativas hacia él y el rechazo que generaban estas. Me sentí libre, y a partir de ahí empezó una relación de Ser a Ser y sentí que la rueda kármica quedó deshecha, víctima y victimario desaparecieron a la vez y con ello la proyección de culpabilidad hacia mi padre.

El verdadero perdón es una decisión de querer ver más allá de la percepción errónea que se tiene sobre la vida, el mundo y las relaciones con los demás.

La experiencia de perdón que tuve con mi padre, la cual me hizo sentirme libre del odio, ira, rabia y frustración, hizo que me quedara algo bastante claro, y es que no podemos obligar a nada y a nadie a que sea diferente de cómo es, lo único que podemos hacer para transformar nuestras relaciones es dar aquello que consideramos falta en cualquier situación o relación, ya que el mayor generador de conflictos en las relaciones, es la falta de amor. Perdonar es el puente para llegar a tener una visión desde el amor y deshacer nuestros karmas.

Puedo deciros que a partir de ese momento la forma de ver a mi padre fue desde la comprensión hacia mi mismo ya que me identificaba como víctima, lo cual me imposibilitaba ver más allá y poder realmente amarme y amarlo. Resolví la causa, la cual era la percepción errónea de quien quería que fuese mi padre, percepción impregnada de exigencia. Cuando se cerró el ciclo kármico pude entender cómo opera la ley del perdón, me sentí totalmente libre de demandas y exigencias hacia mi padre, sin estar supeditado a “un amor” que nunca llegaba como yo deseaba y comprendiendo más bien que Yo tenía amor para con él y los demás.

 

 

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